LA QUINTA CRUZADA
La Quinta Cruzada (1217-1221), ocurrió por la iniciativa del Papa Inocencio III, quien lo propuso el 1215, sin embargo, se llevó a cabo con el Papa Honorio III, Su sucesor en el trono de San Pedro.
El Papa Honorio III logró adhesiones para una nueva expedición, pese a que el papa anterior había contribuido a descreditar el ideal de las cruzadas.
La quinta cruzada fue dirigida por Andrés II Rey de Hungría; Leopoldo VI, Duque de Austria; Juan de Brienne, Rey del reino Jerusalén y Federico II Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, quien acordó organizar la expedición.
El inicio de la quinta cruzada, fue por la decisión de reconquistar Jerusalén para que fuera necesario conquistar Egipto primero, ya que ese Reino controlaba el territorio de Jerusalén.
En mayo del año 1218, las tropas de Federico II, bajo el mando de Juan de Brienne, se pusieron de camino a Egipto. Éstos Desembarcaron en San Juan de Acre y decidieron atacar a Damieta (Dumyat), una ciudad que servía con acceso a El Cairo. En junio, llegaron los refuerzos de las tropas papales del cardenal Pelagio, hombre autoritario, Pelagio no quiso someterse a las órdenes de Juan de Brienne y también interfirió constantemente en asuntos militares.
Después de algunos combates, una serie de crisis en el liderazgo egipcio, permitió a los cruzados ocupar el campo del enemigo, logrando una negociación de paz en 1219 con los musulmanes; Jerusalén fue ofrecido a los cristianos, a cambio de retirarse de Egipto, pero los cruzados jefes, incluido el cardenal Pelagio, rehusaron la oferta, ya que pensaban que los musulmanes se sentían incapaces de resistir la llegada de Federico II con su tropa.
Luego de esto, la tropa de Federico II, comenzaron a rodear el puerto egipcio de Damieta. El sultán renovó la propuesta, pero fue rechazada de nuevo. Después de un largo bloqueo -que duró de febrero a noviembre del año 1219- la ciudad cayó.
La estrategia posterior requirió asegurar el control de la península del Sinaí. Los conflictos entre los cruzados se agudizaron, con el tiempo perdido, los egipcios recuperaron fuerzas, hasta que en julio del año 1221 el Cardenal Pelagio ordenó una ofensiva contra El Cairo, pero los musulmanes los llevaron a una trampa y los cruzados estuvieron rodeados y sin comida.
Finalmente, la tropa de la quinta cruzada, llegaron a un acuerdo, éste estipulaba que se retirarían de Egipto y de esa forma salvarían sus vidas. También tuvieron que aceptar una tregua de ocho años. No obstante, éstos no obtuvieron todos sus objetivos, ya que los refuerzos prometidos por Federico II no llegaron, razón por la cual fueron excomulgados por el Papa Gregorio IX. Esta fue la última cruzada donde el papado aportaría con sus propias tropas.
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